lunes, mayo 04, 2009

Soñé


Sueño con ella, aun.... lo se, debería olvidarla, lo he intentado pero intentarlo no garantiza el éxito. Marcharme al exilio tampoco, el cual, por cierto, va llegando a su fin.

Decía Michel de Montaigne que nada fija algo en la memoria tan intensamente como el deseo de olvidarlo. Y no se quien es, pero bueno, doy fe que tenía razón.

Y sigo soñando, aunque no quiera, aunque soñar sea andar hacia la nada, hacia al infinito que no existe, aunque sea un largo camino hacia un lejano horizonte con los pies desnudos sobre una alfombra de clavos.

Y aquí estoy, sentado con mi ordenador, una Budweiser y rodeado de pequeños universos que se rompen en mil pedazos a mi alrededor...

Recuerdo que soñé con una playa, con frutas tropicales para desayunar, con el amor bajo las estrellas, su cálida piel sobre mi pecho y mi cuaderno de poemas un sofá...

Soñé con Venecia y un paseo por sus canales en góndola, con agarrar su cintura por detrás mientras vemos el atardecer desde las ventanas del hotel, con volver a Trent Park de su mano, o una Guinness escuchando un concierto en Temple Bar...

Soñé con sus dulces labios de terciopelo, su mano sobre mi mejilla o el temblor de su piel al desnudar su cuerpo la primera vez

Soñé con sus hoyuelos en lado izquierdo de mi cama, con la mañanas interminables de sábado al despertar, con Quique en la cocina y los bollitos Doowap....

Soñé con Nerea, y al despertar, ni siquiera sé si preferí seguir soñando, seguir dormido, o no haber soñado jamás....

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Charles Bukowski - Si consideramos


"si consideramos lo que puede verse:
motores que nos vuelven locos,
amantes que acaban odiándose,
ese pescado que en el mercado
mira fijamente hacia atrás adentrándose
en nuestras mentes,
flores podridas, moscas atrapadas en telarañas,
motines, rugidos de leones enjaulados,
payasos enamorados de billetes,
naciones que transladan a la gente como peones de ajedrez,
ladrones a la luz del día con maravillosas
esposas y vinos por la noche,
las cárceles atestadas,
el tópico de los parados,
hierba moribunda, fuegos insignificantes,
hombres suficientemente viejos como para amar la tumba.

estas y otras cosas
demuestran que la vida gira en torno a un eje podrido.

pero nos han dejado un poco de música
y un póster clavado en el rincón,
un vaso de Whisky, una corbata azul,
un delgado volumen de poemas de Rimbaud,
un caballo que corre como si el diablo le estuviera
retorciendo la cola
sobre la hierba azul y el griterío
y después, de nuevo, el amor
como un coche que dobla la esquina,
puntual,
la ciudad a la espera,
el vino y las flores,
el agua corriendo a través del lago,
y verano e invierno y verano y verano
y de nuevo invierno."

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