miércoles, abril 18, 2007

Un paseo por las nubes



Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto cruzar la puerta sin decir que no, pedirme un cenicero, curiosear los libros, responder al deseo de mis labios con tus labios de whisky, seguir mis pasos hasta el dormitorio.

Unos pequeños haces de luz que osan entrar por las rendijas de la persiana me han despertado en la mañana del sábado. Entonces, mientras Nerea aun luchaba por mantener los ojos cerrados y se arrullaba entre las sabanas de franela, me he levantado a preparar el desayuno.

Diez minutos después, cuando abría tímidamente los ojos, me he metido en la cama, la he estrechado sobre mi pecho, besado dulcemente tres veces en los labios y la he servido un zumo de naranja, unos bollos con chocolate y un capuccino. Ella, en forma de agradecimiento, me ha dedicado un mirada levantando las cejas mientras se mordía el labio inferior.

“Jo, es que me da pena beberlo porque enseguida se acaba”- siempre dice del capuccino, mientras un resto de nata en su boca la da un toque juguetón. Yo la limpio con un beso y entonces hacemos al amor.

La mañana es nuestra y solo nuestra al igual que las estrellas son de los soñadores y el amor de los valientes así que nos quedamos en la cama y hacemos el amor sin prisa. Me paro en todos los centímetros de su piel, saboreando el alma en cada sorbo, al amor en cada aroma. Ronronea tímidamente mientras la como el cuello a mordisquitos y la tiembla el muslo cuando de repente poso mi mano sobre el. La miro a los ojos, “Nerea, te quiero” la digo, y pone su dedo sobre mis labios solo durante el breve momento en que sus boca tarda en llegar a la mía.

Quique nos acompaña desde el iPod- “es tu corazón una montaña rusa”- y nos quedamos en la cama abrazados hasta que acaba Salitre 48.

Nerea quiere comprar algo de ropa así que pasamos la tarde en un centro comercial. Comprar ropa con ella es algo especial, porque como en muchas cosas, le cuesta muchísimo decidirse. Sin embargo, me ofrece una sonrisa traviesa con cada prenda que se prueba, una sonrisa acompañada por sus oyuelos que hace que cada tarde de compras con ella sea algo que atesorar y coleccionar.

Como acaba cansada de pasar la tarde fuera de compras, no nos quedamos al cine sino que decidimos ver un dvd en casa. En pijama y acurrucada contra mi cuerpo en el sofá, se tapa con la manta de moet y me abraza cuando Rick Blaine dice “el mundo se desmorona y nosotros nos enamoramos.”

También hemos hablado en la cama, sin prisa, muchas tardes esta cama de amor que no conoces, la misma que se queda fría cuanto te marchas.

Luis Garcia Montero


2 comentarios:

Patricia Angulo dijo...

Puck!!!!!

¡¡te volviste productivo de un dia para el otroooooo!!!!!

Si es realidad esto que has contado, ya mismo brindo por esos momentos de dicha que has vivido con ella, si es fantasía...
Ya sabés, adoro la fantasía, siempre y cuando yo esté segura de tener clara conciencia que es mi fantasía.

Lo has escrito de maravillas, la cita de Montero es una delicia sublime, y si no enamoras a Nerea con tus letras y tu sentir, vas a enamorar a otras chicas que si te vean como vos merecés ser visto :)

Brindo por eso tambien, es mas brindo por poder sacar de adentro lo que te estaba ahogando, eso siempre va a ser bueno para vos.

Besos

Puck dijo...

Evidentemente daria todo para poder decirte que lo que cuento ocurrio de verdad y que me he instalado definitivamente a vivir entre las nubes pero no tiene mas consistencia que la luz de un sueño que no raya en el mundo pero existe entre mis pensamientos.....

Enamorar a Nerea? Eso es tarea de magos y yo solo soy un pobre duende en el destierro muy lejos de su bosque....